Está nervioso. Siente que lo
miran desde la ventana. Solo tiene 17 años. Tiene todas las luces prendidas. La
cortina de la ventana está corrida, pero el reflejo de la luz le impide mirar
hacia fuera.
Su padre aún no llega y son
las 10 de la noche. Está de visita. Su padre vive a las afueras de un pueblo
lechero. Está rodeado de prados y un bosque está tras su casa, un bosque lleno
de hadas en el día, pero lleno de monstruos en la noche.
Un ruido. Un rasguño. Un frío sube
por su espalda. Algo lo inmoviliza. No, el miedo lo petrifica. Nuevos rasguños.
¿Papá?, dice. ¿Qué es?, piensa. Doggy, concluye con tranquilidad. Se forma una
sonrisa en su cara.
Qué tonto es. Abre la puerta.
El perro de la finca vecina no está. Cierra nuevamente.
¿Por qué tarda tanto papá?
Otra vez desde la ventana: está mirando.
Se da la vuelta. Mira hacia la cocina y luego gira hacia la izquierda. La habitación al lado de la cocina.
Está mirando.
Esto es una estupidez. Cruza la sala hasta la cocina, toma un vaso de agua y regresa a su habitación. Se recuesta en la cama y continúa con su lectura.
Otra vez desde la ventana.
Deja el libro a un lado. Se levanta de la cama y se dirige a la ventana. Una alerta se prende en su cabeza: NO. Su corazón empieza a palpitar con rapidez.
Tiene miedo. Tranquilo.
Se agacha un poco. Se acerca a la ventana, pone sus manos acunando sus ojos, facilitando su visión hacia fuera.
Tensión. Observa detenidamente, a la derecha, a la izquierda. Nada. Cierra sus ojos con tranquilidad. Un ruido. Abre los ojos de nuevo.
Los ojos rojos, ojos inyectados en sangre y una sonrisa de satisfacción, inclinándose hacia él. El miedo lo paraliza. La figura se endereza y golpea la ventana, la rompe, esto lo hace salir de esa parálisis, retrocede asustado. Algo lo detiene… no, alguien lo detiene, lo sujeta por el cuello.
Otra vez desde la ventana: está mirando.
Se da la vuelta. Mira hacia la cocina y luego gira hacia la izquierda. La habitación al lado de la cocina.
Está mirando.
Esto es una estupidez. Cruza la sala hasta la cocina, toma un vaso de agua y regresa a su habitación. Se recuesta en la cama y continúa con su lectura.
Otra vez desde la ventana.
Deja el libro a un lado. Se levanta de la cama y se dirige a la ventana. Una alerta se prende en su cabeza: NO. Su corazón empieza a palpitar con rapidez.
Tiene miedo. Tranquilo.
Se agacha un poco. Se acerca a la ventana, pone sus manos acunando sus ojos, facilitando su visión hacia fuera.
Tensión. Observa detenidamente, a la derecha, a la izquierda. Nada. Cierra sus ojos con tranquilidad. Un ruido. Abre los ojos de nuevo.
Los ojos rojos, ojos inyectados en sangre y una sonrisa de satisfacción, inclinándose hacia él. El miedo lo paraliza. La figura se endereza y golpea la ventana, la rompe, esto lo hace salir de esa parálisis, retrocede asustado. Algo lo detiene… no, alguien lo detiene, lo sujeta por el cuello.
No puede respirar.
Todo se vuelve negro.
¿Por qué papá?
Todo se vuelve negro.
¿Por qué papá?
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