domingo, 14 de julio de 2019

Hubiera vendido mi alma al diablo...

Hubiera vendido mi alma al diablo, si haciéndolo hubiera servido de algo, si eso hiciera que ella me amara como yo lo hago, porque tal vez cambiaría mi final. Esa fue la frase donde Manuel cortó la lectura de la carta dirigida a él, y supo lo que había pasado, era la última carta que había escrito Rafael antes de morir. 

Manuel encontró la carta a las 2 p.m. y su cuerpo veinte minutos más tarde. Vio la carta sobre la barra de la cocina, un papel doblado en tres; en el lomo tenía su nombre: Manu. Al ver la carta se asustó un poco, pues había visto a su hermano muy deprimido los últimos días, pensó que se había marchado, aunque no para siempre. Al leer las primeras líneas de la carta, supo lo que había pasado, no terminó de leerla, la estrujó con las manos y corrió por toda su apartamento buscándolo. 

-¡¡¡Rafa!!! ¡¡¡Rafael!!! No me hagas esto ¿dónde estás?- gritaba mientras lloraba. 

Se sentó en las escaleras pensando que estaba exagerando un poco, mientras miraba la carta arrugada en sus manos sin tener la oportunidad de pensar que debería leer toda la carta, repasaba todas las estancias que había revisado en su apartamento buscando a Rafa. 

Buscó en la habitación de Rafa, en el baño, el armario, debajo de la cama. Buscó en la salacomedor, en la cocina, en la terraza, en el balcón, en la calle. Pero… no había buscado en su propia habitación. Ya se había calmado un poco, sin embargo, al recordar este hecho, las lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas, tenía mucho miedo de lo que encontraría. 

Manuel la conoció dos meses después de que Rafa la conociera, aunque, realmente, ya sabía todo de Carolina, antes de que se la presentara formalmente. Nunca lo había visto tan entusiasmado con una mujer, el día que la conoció, desde que llegó al apartamento luego de la Universidad hasta que (por fin) se acostó, habló de ella. Según recordaba Manuel, había sido casi una aparición cuando su hermano la había visto.

Rafael lo que primero escuchó fue su risa, era un sonido un tanto agudo, pero agradable, era ligeramente parecido al correr del agua, era como escuchar caer el agua con hielo a un vaso de vidrio en un caluroso día de verano; era un sonido reconfortante, esperanzador, con el suave tintineo que te dice que tu sed será saciada. Cuando escuchó esa risa, se le formó una sonrisa en la cara y empezó a buscarla con la mirada, buscar la persona que originó ese hermoso sonido, debía ser una mujer hermosa. Y la vio, el tiempo parecía detenido, tenía el cabello negro azabache, liso y largo, a la cintura. Estaba parada de lado, no alcanzaba a verle bien el rostro, era delgada, tenía una falda a media pierna, y qué medias piernas. Cuando buscó otra vez su rostro, ella lo estaba mirando, qué rostro tan hermoso: labios delgados y rosados, piel de marfil, ojos negros, mirada penetrante y segura, un rubor natural. Él se avergonzó un poco, pero no dejó de mirar, ella le sonrió, qué sonrisa tan hermosa. En ese momento lo llamaron, rompió el contacto visual por un momento, cuando la buscó nuevamente, ya se alejaba por el pasillo en compañía de algunas personas. Evidentemente era nueva, pero no parecía de primer año, tal vez era de intercambio.

Después, Manu supo todo sobre ella, luego que Rafa le hubiera contado animadamente que era parte de su clase, pues una semana después de la aparición idílica ya la había investigado. Sabía que era de Argentina y había hecho un traslado a la Universidad, y lo mejor, un traslado permanente, dado que su padre había sido trasladado como director financiero de la sede colombiana de la multinacional E&H. Manuel estaba un poco sorprendido por la emoción de Rafa por el hecho de conocer a esta chica, además de que era extraño, Rafael tenía novia y la amaba, pues ese era el hecho hasta esos últimos días.

Mientras Manuel subía las escaleras pensaba cómo una persona, una mujer en este caso, podía afectar tanto la existencia de otra persona, cómo era posible que los sentimientos hacia otro ser humano se incubaran en tu interior, en tu mente, de esa forma. Recordando la relación de Rafa y Caro, pensaba que el amor de su hermano hacia Carito había sido como un cáncer en los huesos, una enfermedad que se aferró a él, con firmeza y dolor, una enfermedad que nunca lo abandonó, que siempre lo torturó y, como confirmaría al cruzar la sala y luego su habitación, lo había vencido.

Cuando llegó a la sala, miró hacia a la habitación. Sabía que su hermanito, su hermanito menor, a pesar de haber sido el niño de la casa y su protegido, era muy firme en sus decisiones y siempre trataba de hacer todo bien y no dejaba cabos sueltos, al tomar una decisión no daba marcha atrás. Y si había decidido lo que él creía, era consciente de que no había nada que hacer. Se sentó en el sofá y trató de calmarse un poco. Manu leyó el primer párrafo.


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Hola Manu, mi querido hermanito,

Sí, siempre tan intuitivo, ya lo sabes ¿cierto? Bueno, no quiero que culpes a nadie, mucho menos a mi amada Carito, ella, menos que nadie, tiene la culpa. Hubiera vendido mi alma al diablo, si haciéndolo hubiera servido de algo, si eso hiciera que ella me amara como yo lo hago, porque tal vez cambiaría mi final. No lo sé, pero eso es imposible. No le negaría, si pudiera, el libre albedrío, libre albedrío como yo lo tengo para tomar mis decisiones. Tú tampoco tienes la culpa, ni Paty, por intentar aconsejarme y ayudarme a superar ese amor tóxico y obsesivo que desarrollé hacia mi Caro. Sí, yo sé que es tóxico y obsesivo, pero eso no me sirve de nada, continúo sintiendo lo mismo. Ella no me amaba y no tenía la obligación, tal vez un día le gusté, tal vez casi se enamoró de mí, pero nunca me amó. Estoy seguro de que siempre me quiso, siempre fui su mejor amigo, pero nunca me amó como yo lo hice.

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Tal vez si lo amó, pero no en el momento adecuado. Rafa siempre haciendo lo correcto, continuó con su novia, Maria Antonia, aunque en su mirada se notara que solo amaba a Carolina. Caro lo amaba, tal vez los primeros días ¿qué más tentador que un amor prohibido?. Pero ella era hermosa, es hermosa, y tenía pretendientes, y pronto olvidó que lo amaba.

La conocía hacía más de 3 años. La primera vez que la vio fue un día que Rafa la llevó al apartamento que compartían, un día que María Antonia estaba visitando a sus papás. Él había ido en el carro por Carolina, desde su apartamento irían caminando. Era una salida grupal, con amigos de la Universidad. Rafael olvidó su billetera y subieron. Carolina era muy bonita, no era su estilo, era un poco menuda, pero no se podía negar que era bella. Era una chica muy amable y alegre.

La sorpresa de Manuel fue encontrársela nuevamente, al otro día en la mañana, en su cocina. Lo saludó alegremente, aunque evidentemente tenía resaca, y se fue por el pasillo hacia la habitación de su hermano. Estaba un poco sorprendido. Aunque, se enteró más tarde que la primera vez que estuvieron juntos no fue esa noche, sino seis meses después, cuando el novio de Caro llevaba casi un mes fuera, pues estaba trabajando en otra ciudad. 

Básicamente, Rafa se desvivía por ella. Ella solo debía decir que quería algo para obtenerlo de él. Claro que los dos habían tenido novios y cuando estaban solos, Rafa le insistía que iniciaran una relación, pero Carito ya no quería nada serio con él, ella no necesitaba ser su novia para obtener todo de él. Entonces, decidió hacer lo más sano, todos estuvieron de acuerdo, cortar la comunicación con ella.

Manu no sentía rabia hacia ella. No tenía la culpa, todo estuvo muy claro siempre. Se dirigió llorando hasta su habitación, la cruzó. Tenía miedo de abrir la puerta del baño. 

Se sentó en su cama y continuó leyendo.


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No sé que más escribir. Sí, tal vez soy un cobarde, pero el estar estos 5 meses separado y aislado de ella. Me di cuenta que no iba a soportar mi vida sin ella que me destrozaría minuto a minuto, sus mensajes diciéndome que me extraña y me quiere no me ayudan. Su relación con Marcos es cada vez más firme, no me sorprendería que se casaran. No soporto que me quiera a su lado, pero como amigos, no soporto tenerla a mi lado y no poder tocarla, ni besarla. Tampoco, soporto no tenerla, estoy desesperado, estoy enloqueciendo. Así que tomé la vía fácil, la de los cobardes, los abandoné. Diles a mis papás que los amo, a mis amigos que los quiero, a Patricia que la amo y gracias, ella debió ser el amor de mi vida. Dile a Carolina que la amo y siempre la amaré. 

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Al abrir la puerta del baño y cruzar: qué espectáculo tan desgarrador y horroroso. Manu empezó a moverse difícilmente, el mundo se cayó a sus pies, todo su cuerpo estaba frío, tenía su cuerpo congelado.

Rafael estaba en la tina, y como cualquiera hubiera esperado, no tenía las muñecas cercenadas, ni un disparo en la boca o cabeza. Rafa se había ahorcado, había arrancado una de las cuerdas de guitarra de Manu, la había  anclado en el tubo anterior a la ducha y había rodeado su cuello, dejó correr el agua y se dejó caer, así hubiera querido recapacitar y no finalizar su vida, el piso completamente liso de la bañera no lo hubiera dejado levantarse. Sus piernas cruzadas de una forma extraña, evidenciaban que había luchado por levantarse. Sabía que iba a pasar, siempre hacía todo muy bien. Qué buen trabajo.

Por el peso de su cuerpo y lo delgado y metálico de la cuerda de la guitarra, su cuello se desgarró, la cuerda casi desprendió la cabeza de su cuerpo. Su cuerpo estaba lleno de sangre, pero la tina no tenía casi sangre, gracias al agua que corría. Tenía su camiseta favorita unos bermudas y no tenía medias, estaba pálido, los ojos abiertos y mirando directamente al techo.

No sabía cómo decirle a sus padres, a sus hermanas, cómo decirle a Carolina, a Patricia, cómo decirle a su Familia y a sus amigos. La policía llegó media hora después, y fue la media hora más horrorosa y traumática, no quiso, ni creyó que era capaz de sacarlo de allí. Quería abrazarlo, pero no podía. Lloró y lloró, lloró mucho. 

Su hermano estaba colgado en la tina, por culpa de un amor no correspondido… Estos jóvenes de ahora.


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Te amo mi hermano mayor, no me olvides mi Manu.

Att: Rafa Rafa 

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